Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: SER LÍDER EN UN MEDIO INCIERTO, una reflexión de Christopher C. Simpson.
Los comienzos nos cautivan. Los finales nos brindan alivio o celebración. ¿Pero el liderazgo? El liderazgo ocurre en el medio: el tramo largo y poco glamuroso donde el camino a seguir no siempre está claro, donde las crisis surgen sin invitación y donde el peso de la responsabilidad presiona con fuerza implacable.
Ahí es donde viven la mayoría de los líderes. Estás dirigiendo un equipo, tomando decisiones, construyendo algo significativo y, de repente, estás atrapado en medio de algo mucho más grande de lo que esperabas. Una recesión económica. Un empleado al borde del colapso. Una encrucijada moral que nunca viste venir. El medio es impredecible, desordenado y, a menudo, agotador. Y es justo aquí donde los líderes comienzan a preguntarse: ¿Qué está pasando?
Este es el desafío: ese es el medio donde prospera el miedo. Cuando los resultados son inciertos, la tentación es tomar el control, retirarse o esperar hasta que llegue la claridad. Pero ¿qué pasa si la claridad nunca llega? ¿Qué pasa si Dios te llama a liderar, no con certeza, sino con confianza?
Piensa en la historia de Israel en Éxodo. Conocemos el comienzo dramático: José, elevado milagrosamente al poder en Egipto, preservando al pueblo de Dios. Conocemos el final triunfal: Moisés, las plagas, el Mar Rojo que se abre para brindar la liberación divina a los israelitas. Pero ¿qué pasó a la mitad?
Durante 430 años, generaciones nacieron, trabajaron y murieron en esclavitud, aferrándose a promesas que nunca vieron cumplidas: sin señales, sin cronología, sin explicación de cómo su sufrimiento encajaba en el plan de Dios. Sin embargo, la historia nos muestra lo que no podían ver: Dios estaba trabajando. Detrás del silencio, Su plan se estaba desarrollando, preparando a un libertador, preparando el escenario para la redención. El inter parecía un caos. Pero no era un caos. Era la providencia divina.
Ahí es donde se encuentran tantos líderes hoy. Celebramos historias de éxito y escuchamos sobre avances decisivos. Pero nadie habla de la parte media, lenta y agotadora: los años de fidelidad invisible, los sacrificios que parecen inadvertidos, la tensión de no saber si tus esfuerzos darán frutos alguna vez.
Sin embargo, ahí es donde Dios está trabajando. Tu liderazgo no se trata solo de alcanzar objetivos, ejecutar estrategias o subir la escalera. Se trata de estar fielmente presente donde Dios te ha colocado. Y la asombrosa verdad de las Escrituras es que Él no espera a que lo resuelvas todo antes de actuar. Él no está esperando en la línea de meta con los brazos cruzados. Él está en el medio. En la incertidumbre. En la presión. En el mismo lugar del que te sientes tentado a tratar de escapar.
Y aquí está la mejor noticia: Dios no está pidiendo una fe intrépida e impecable. Él se deleita en líderes que simplemente siguen apareciendo, incluso cuando sienten que apenas pueden sostenerse.
Entonces, si estás en el medio en este momento, liderando en medio de la incertidumbre, llevando cargas que parecen estar más allá de tus fuerzas, debes saber esto: no estás abandonado. Ese hilo al que te aferras desesperadamente está anclado en un Dios inquebrantable. El liderazgo no se trata de tu capacidad para controlar el futuro. Se trata de confiar en Aquel que ya lo tiene en sus manos. No te desanimes.