Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: METAS PARA HACER QUE EL AÑO NUEVO SEA MEJOR. INCLUSO EL MEJOR, una reflexión de Robert J. Tamasy.
¿Te gustan las cosas nuevas? Tal vez una camisa nueva o un vestido nuevo. O una computadora nueva, un teléfono inteligente nuevo o un televisor nuevo. O una casa nueva, un auto nuevo o un trabajo nuevo. Hay algo intrigante que acompaña la novedad de tener o experimentar algo nuevo, una frescura que nos eleva por encima de lo familiar.
Por eso, no es sorprendente que muchos de nosotros sintamos una sensación de emoción y asombro a medida que se acerca un nuevo año. En cierto sentido, la transición del 31 de diciembre al 1 de enero es simplemente una cuestión de tiempo, el paso de un solo día. Pero poder comenzar de nuevo con un nuevo calendario de alguna manera puede infundir sentimientos de entusiasmo y expectativa.
Para algunas personas que han tenido un año difícil o desafiante, puede ser la capacidad de decir: «¡Afuera lo viejo y que venga lo nuevo!». La diferencia puede ser de solo 24 horas, pero poder pasar página y comenzar de nuevo con una pizarra limpia puede darnos esperanza. Para otras, el año pasado fue bueno, por lo que esperan más de lo mismo, aprovechando los éxitos y anticipando un mayor progreso.
En cualquier caso, ¿cómo manejamos esto, este «nuevo comienzo»? ¿Cómo evitamos que, en unos pocos días, el nuevo año se convierta en una nueva experiencia?
Para algunas personas, esto implica una práctica anual de hacer propósitos. El problema con los propósitos es que tienden a ser todo o nada. Por ejemplo, si alguien decide dejar de fumar o reducir algún hábito no saludable, una vez que no cumple con ese compromiso, el propósito se rompe. Se convierte en un fracaso.
Prefiero establecer metas, medibles y alcanzables, que pueda esforzarme por alcanzar durante todo el año. Por ejemplo, si mi deseo fuera escribir un nuevo libro, pero no tuviera que lograrlo el 1 de enero, durante la primera semana del año o incluso los primeros meses, podría trabajar para lograr esa meta y hacer un gráfico de mi progreso. O podría desear leer toda la Biblia en un año. Idealmente, la leería todos los días, pero si no lo hago de vez en cuando, no todo está perdido. Puedo ponerme al día con mi lectura en otro momento.
Lo mejor de todo es que he aprendido que el Dios al que adoramos y servimos es el Dios de cosas nuevas. En Génesis, el primer libro de la Biblia, se nos dice que Él creó los cielos y la tierra, todos los seres vivos y, finalmente, los seres humanos, y ha estado activamente involucrado en hacer cosas nuevas desde entonces. Considera esto:
1. Dios deja atrás el pasado. Muchos de nosotros luchamos con el pasado: fracasos, malos recuerdos, expectativas no realizadas, pecados que nos acosan. El Señor ofrece un nuevo comienzo: «Yo voy a hacer algo nuevo, y ya he empezado a hacerlo. Estoy abriendo un camino en el desierto y haré brotar ríos en la tierra seca» [Isaías 43:19 TLA].
2. Dios nos ofrece un nuevo comienzo. En lugar de bregar con luchas y pecados de larga data que nos plagan, a través de Jesucristo podemos «reiniciar». «Les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes. Les quitaré ese terco corazón de piedra y les daré un corazón tierno y receptivo» [Ezequiel 36:26 NTV].
3. Dios puede cambiar nuestros motivos. Cuando me doy cuenta de que me he desviado del camino, concentrándome en las cosas equivocadas, me gusta hacer una pausa y evaluar dónde estoy y dónde me gustaría estar. Luego oro como el rey David oró durante un momento difícil: «Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí» [Salmo 51:10 RVR].