Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: SABIDURÍA Y COMPRENSIÓN PARA EL LUGAR DE TRABAJO, una reflexión de D. C. Chen.
Comencé mi vida laboral a temprana edad, en Chung Hwa Chemical Industrial Works cuando tenía 14 años. En ese momento, estaba físicamente débil y a menudo me sentía inferior debido a mi falta de fuerza. Sin embargo, mi jefe me recordó que el éxito en los negocios no depende de la fuerza física sino de la sabiduría. Moisés enseñó a los israelitas cómo convertirse en personas sabias y perspicaces mientras se preparaban para entrar en la Tierra Prometida. La clave, dijo, estaba en obedecer las leyes y los mandamientos de Dios: «Síguelos al pie de la letra y darás a conocer tu sabiduría y tu inteligencia a las naciones vecinas…» [Deuteronomio 4:6 NTV]. A través de la lectura diaria de la Biblia podemos entender y aprender a seguir la Palabra de Dios, volviéndonos sabios.
Cuando era joven, una misionera canadiense vino a Taiwán y me presentó Jeremías 17:7: «Bendito el hombre que confía en el Señor y pone su confianza en él. Será como un árbol plantado junto al agua que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme que llegue el calor y sus hojas están siempre verdes. En época de sequía no se angustia y nunca deja de dar fruto» [NVI]. Este versículo me inspiró a confiar en Dios en mis esfuerzos comerciales. También me inspiró mucho la historia de David, quien con una fe inquebrantable en Dios enfrentó y superó las amenazas de leones, osos y gigantes.
En la empresa donde trabajaba hubo una disputa entre el personal. Alguien me amenazó con hacerme daño cuando me hice cargo de las operaciones de la fábrica. Sin embargo, cuando interactué con esta persona, dijo que alguien le había dicho que no me hiciera daño. Esta experiencia reforzó profundamente mi creencia en la protección invisible de Dios.
Hace treinta años, comencé a administrar Everlight Chemical. Desde el principio incorporé las enseñanzas de Deuteronomio como parte de mi filosofía empresarial. Después de unirme a CBMC, memoricé el siguiente versículo para recordarme que debía dejar que el Señor me guiara: «Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar» [Proverbios 3:5-6 NTV].
Obedecer la Palabra de Dios no solo brinda sabiduría, sino que también fortalece los cimientos de una empresa y fomenta el crecimiento continuo. A lo largo de mi trayectoria en la gestión de Everlight Chemical, dos pasajes de la Biblia han sido particularmente impactantes para mí. El primero es 1 Reyes 12, que relata cómo Roboam, al escuchar consejos imprudentes, enfrentó la traición de los israelitas. El segundo, 2 Samuel 23, describe cómo tres de los poderosos guerreros de David arriesgaron sus vidas para buscar agua para él. Sin embargo, David ofreció el agua a Dios en lugar de beberla. Esto me ha enseñado que un líder no solo debe poseer sabiduría, sino también encarnar un corazón de siervo: servir a los empleados y dirigir los negocios con integridad.
Hace treinta años, Everlight Chemical tenía solo 20 empleados. Hoy ha crecido a más de 1,000. Nuestros ingresos anuales han aumentado de cinco millones a más de cuatro mil millones. A lo largo de este recorrido, he confiado en el Espíritu y la sabiduría de Dios. Él ha movilizado profesionales de todo el mundo para ayudarnos. Estos recursos no fueron resultado de mi planificación, sino de la gracia de Dios. Como enseña «Higher Ground», una de mis canciones favoritas, al mirar continuamente hacia arriba y permanecer en una meseta espiritual, podemos tomar decisiones importantes y enfrentar los desafíos sin miedo.
Que el fundamento de nuestro negocio se construya sobre la Palabra de Dios, lo que nos permitirá enfrentar la competencia con confianza y dependencia de Él. A través de la guía del Espíritu Santo, nos lleva a madurar para que cuando estemos ante nuestro Padre Celestial, podamos recibir Su elogio como siervos fieles, buenos y sabios.