Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: EL GOZO DE SER MAYORDOMOS CELOSOS, una reflexión de Austin Pryor.
«Celoso» es una palabra interesante. Significa mostrar gran energía o entusiasmo en pos de una causa u objetivo. Es bueno ser celoso, si somos celosos por las cosas correctas. El apóstol Pablo escribió: «Bueno es mostrar celo en lo bueno siempre… [Gálatas 4:18 RVR]. ¿Cuál podría ser eso bueno? El obispo anglicano del Siglo XIX, J.C. Ryle ofreció esta descripción de un seguidor de Jesucristo que es celoso por un buen propósito:
«El celo en el cristianismo es un deseo ardiente de agradar a Dios, hacer Su voluntad y promover Su gloria en el mundo de todas las formas posibles. Este deseo es tan fuerte que cuando realmente reina en una persona, la impulsa a hacer cualquier sacrificio, a pasar por cualquier problema, a negarse a sí misma cualquier cosa, a gastarse y a desgastarse, e incluso a morir, con tal de agradar a Dios y honrar a Cristo».
Un área en la que se les pide a los seguidores de Cristo agradar a Dios y demostrar fidelidad es en su relación con su dinero: cómo lo ganan, cómo lo gastan, cómo lo invierten y cómo lo dan. Sin embargo, muchas personas son lentas para crecer en esta área. Tal vez se deba a un malentendido de todo lo que implica la administración. No se trata solo de dar. No es solo para los ricos. Todos estamos llamados a practicar una buena administración, a cualquier edad y con cualquier nivel de ingresos. «Ahora bien, se requiere de los administradores, que cada uno sea hallado fiel» [1 Corintios 4:2 RVR].
Alguien puede entender la responsabilidad de ser un administrador sabio, pero no progresar porque le falta comprensión de cómo hacerlo. Hay organizaciones profesionales que pueden ayudar con eso.
Pero para muchos el problema es la falta de coherencia a la hora de cumplir con los compromisos. Quieren hacerlo mejor, pero las buenas intenciones —y los propósitos de Año Nuevo— no son suficientes para producir un cambio.
Este fracaso tan común me llevó al enfoque de Mi Palabra Única, desarrollado por Mike Ashcraft y Rachel Olsen. Pues se pueden producir cambios en hábitos y conductas de manera contraproducente. Ellos explican que el cambio es posible, pero se requiere concentración. Si utilizas el enfoque de Mi Palabra Única, su palabra podría ser:
- Plan, porque cada decisión de gasto e inversión debe surgir de un plan personalizado.
- Disciplina, porque tienes un plan de inversión a largo plazo, pero eres inconsistente al seguirlo.
- Paciencia, porque tienes una mentalidad de corto plazo cuando se necesita una visión de largo plazo.
- Glorificar, porque quieres que tus motivos para invertir y tus recursos financieros agraden a Dios.
- Relájate, porque el nerviosismo al seguir los titulares te impide mantener el rumbo.
- Confianza, porque Dios ha prometido proveer «…todo lo que os falta conforme a las riquezas de su gloria en Cristo Jesús» [ver Filipenses 4:19].
- Fiel, porque seguir tu plan, en lugar de medir cada resultado, define el éxito.
En su libro Mi Palabra Única, los autores ofrecen elementos para reflexionar sobre cómo seleccionar tu palabra y dan consejos sobre cómo mantenerla en primer plano en tu mente. Deja que tu palabra única te guíe en tus decisiones de gasto, inversión y donaciones caritativas todo el tiempo. Entonces estarás listo para una última palabra:
- Olvida, para que puedas dejar atrás los fracasos del pasado y avanzar hacia un futuro financiero más prometedor. Entonces podrás decir con el apóstol Pablo: «…me concentro únicamente en esto: olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Cristo Jesús» [Filipenses 3:13-14 NTV].