La búsqueda incesante de la excelencia

¿Cuándo fue la última vez que tuviste que someterte a una evaluación de desempeño? ¿Cómo te sentiste al respecto? ¿Qué tipo de evaluaciones recibiste y qué significaron para ti?

Hoy, en Maná del Lunes, presentamos: LA BÚSQUEDA INCESANTE DE LA EXCELENCIA, una reflexión de Robert J. Tamasy.

Recibes o haces evaluaciones del desempeño laboral en tu lugar de trabajo? ¿O alguna vez recibiste alguna evaluación similar en otro trabajo? Imagina que tu jefe o supervisor se reúne contigo para una evaluación de desempeño y describe tu trabajo con términos como «mediocre», «adecuado», «regular» o «hace lo suficiente para salir adelante». ¿Cómo te sentirías?

En el mejor de los casos, probablemente te darías cuenta de que el esperado ascenso probablemente no llegará muy pronto, o que no deberías esperar recibir una bonificación sustancial en función de cómo se evalúa tu trabajo. En el peor de los casos, podría ser prudente comenzar a buscar otro trabajo, y cuanto antes, mejor.

Al observar los recientes Juegos Olímpicos de verano, con miles de atletas compitiendo de más de 100 países diferentes, fue evidente que la mediocridad y hacer lo suficiente para salir adelante no formaban parte de su mentalidad. Aunque la mayoría de los atletas sabían que no regresarían a casa con medallas de oro, plata o bronce, querían hacer lo mejor que pudieran para representar y honrar a sus naciones.

Si hubiera una frase que pudiera describir a esos atletas olímpicos tan trabajadores y decididos, sería «la búsqueda de la excelencia». Ya fuera esforzándose por lograr precisión en los trampolines, realizando rutinas intrincadas y exigentes en gimnasia, tratando de correr más rápido en la pista, agitándose en el agua en las pruebas de natación o demostrando asombrosas hazañas de fuerza y ​​destreza en el campo, era obvio que los competidores habían invertido incontables horas preparándose para sus eventos. Entendieron que no es bueno actuar en un escenario mundial y ser avergonzados.

¿Qué pasaría si todos adoptáramos ese mismo enfoque en nuestro trabajo? Tal vez no competiríamos por el reconocimiento internacional ni por medallas de oro, plata o bronce. Sin embargo, buscar la excelencia en lo que hacemos –ya sea hacer presentaciones de ventas, diseñar un sitio web, dirigir una reunión o vaciar los botes de basura– seguramente ganará la atención de las personas con las que trabajamos, especialmente nuestros jefes. Estas son algunas de las cosas que dice la Biblia sobre cultivar una ética laboral de excelencia:

1. La excelencia y el trabajo duro son reconocidos. Hay muchas personas talentosas en el lugar de trabajo, pero lo que distingue a algunas del resto es su compromiso de llevar a cabo sus responsabilidades con excelencia, yendo más allá cuando es necesario. «¿Has visto a alguien realmente hábil en su trabajo? Servirá a los reyes en lugar de trabajar para la gente común» [Proverbios 22:29 NTV].

2. El trabajo puede cumplir un propósito más alto. Cuando vamos a trabajar, nuestra intención generalmente es satisfacer las expectativas de las personas que fungen como nuestros jefes y supervisores. Pero en las Escrituras, se nos exhorta a darnos cuenta de que nuestro trabajo debe apuntar incluso más alto que eso. «Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios» [1 Corintios 3:9 RVC].

3. Un trabajo excelente puede llevar a mayores responsabilidades. Podríamos sentirnos tentados a pensar: «Cuando consiga un trabajo importante, entonces trabajaré realmente duro y demostraré lo que puedo hacer». Incluso si su trabajo actual parece poco importante, podría ser un campo de entrenamiento para responsabilidades mucho mayores y más satisfactorias. En una parábola, Jesucristo habló sobre complacer a un jefe exigente: «El rey le dijo: “¡Excelente!, eres un empleado bueno. Ya que cuidaste muy bien lo poco que te di, te nombro gobernador de diez ciudades”» [Lucas 19:17 TLA].

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